El viaje olvidado: la Luna de Miel

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El día de nuestra boda es, sin lugar a dudas, uno de los momentos que recordaremos por siempre. Y por supuesto, también lo será el viaje posterior pero… ¿realmente le damos el valor que tiene?

Por Santiago Core

Organizar y preparar una boda suele tomar un año (y a veces más) para que una fiesta de aproximadamente 8 horas salga perfecta y los invitados la disfruten al máximo. Pero hay dos personas en particular que –digamos– mmmm sí, disfrutan la fiesta, claro, pero no sin dejar de vivir un alto nivel de estrés: ¡los novios!

Que no falte comida ni bebida en las mesas, que la música mantenga enganchada a la gente, que la planificación de etapas se cumpla lo mejor posible, que el plato caliente se sirva a tiempo para todos, que la sorpresa especial se haga en el momento indicado y salga lo mejor posible, que el video no se tranque… la lista es interminable. Meses y meses de preparación y casi en un abrir y cerrar de ojos, la fiesta terminó… todos felices, por supuesto, pero agotados y aflojando la mente recién al amanecer del día siguiente.

Uno ni lo piensa, pero sabe que dentro de unos meses podrá revivir la fiesta cuando tenga las fotos y videos del fotógrafo.

Podría decirse que recién al despertarse en el hotel –luego de algo de sueño reparador– comienza la etapa de disfrute pleno, por llamarlo de alguna manera. Generalmente faltan pocas horas para emprender la segunda parte del casamiento: la Luna de Miel.

El destino elegido siempre será hermoso para la pareja, no importa cuál sea. Pero la mejor parte es que se disfrutará a pleno, por varios días ¡y sin estrés alguno! Playas, grandes ciudades, parques temáticos, montaña y nieve, hoteles con todos los servicios, etc. Lo que sea, se vivirá intensamente.

Y cuando volvemos a nuestros hogares, nos reunimos con familiares y amigos para contar las experiencias vividas, repartir algún souvenir, comentar lo divino que fue… y hasta ahí llegó la Luna de Miel. ¿Y si guardáramos ese inolvidable viaje en un Fotolibro?

Las parejas que han impreso sus recuerdos de Luna de Miel tienen un motivo más para –cada tanto– revivir momentos y lugares de ensueño, además de poder disfrutarlos a futuro con sus hijos. Si aún no hiciste tu Fotolibro de Luna de Miel ¡te invitamos a pensarlo!

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